1 Corintios 12 pinta un retrato de la iglesia primitiva y su diversidad. No solo había una variedad de dones espirituales presentes (1 Corintios 12:4-10), sino que también había una membresía multicultural que incluía judíos y gentiles, esclavos y libres (1 Corintios 12:13). Entendiendo que las diferencias pueden generar malentendidos, Pablo recordó a los creyentes que Dios ha “colocado a cada uno de los miembros en el cuerpo, como a él le ha placido” (1 Corintios 12:18) para que pueda traer unidad y armonía.
Para disfrutar de paz y unidad y funcionar como Dios lo pretendía, era importante que los creyentes valoraran a los demás en su lugar. Para ilustrar esta verdad, Pablo dio una analogía extensa usando el cuerpo físico y sus diversos miembros (mano y pie, oído y ojo). Observó una relación paralela y simbiótica entre los miembros de la iglesia, cuya función es dramáticamente diferente, pero en su lugar, trabajan en armonía para avanzar el cuerpo en su totalidad (1 Corintios 12:14-21).
Pablo observó que hay “muchos miembros, pero un solo cuerpo. 21 Y el ojo no puede decir a la mano: No te necesito; ni la cabeza a los pies: No os necesito. 22 Antes bien, los miembros del cuerpo que parecen ser más débiles son necesarios” (1 Corintios 12:20–22).
Para evitar celos o divisiones entre el pueblo, Pablo observó que cada miembro, atractivo o no, fuerte o débil, tenía un lugar y debía ser valorado por su papel y función (1 Corintios 12:23-24). Cada miembro tiene un lugar necesario en el cuerpo de Cristo, porque “Dios ha compuesto el cuerpo” (12:24).
Todos los miembros de la familia de Dios deben tener un vínculo amoroso con los demás y evidenciar una preocupación solidaria por los otros (1 Corintios 12:25). Cuando “un miembro sufre, todos los miembros sufren con él; o un miembro es honrado, todos los miembros se regocijan con él” (1 Corintios 12:26).
Seamos sinceros: ¡somos diferentes! Podemos permitir que nuestras diferencias nos dividan, o podemos elegir amarnos y apreciarnos unos a otros como miembros individuales de “el cuerpo de Cristo, y miembros en particular” (1 Corintios 12:27). En otras palabras, debemos valorar a cada miembro por su lugar y función en el plan perfecto de Dios. ¿Y tú?
¿Eres un miembro fiel y ministerial de la iglesia?
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